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viernes, 10 de septiembre de 2010

La NASA se está quedando sin presupuesto para monitorear asteroides peligrosos

La NASA está en un callejón sin salida. Cinco años atrás, el Congreso ordenó por ley que la NASA debía llegar a rastrear para el año 2020 el 90% de los asteroides o cometas que representen una amenaza para nuestro planeta. No obstante, el mes pasado la National Academy of Sciences anunció que la NASA quizás se esté quedando sin dinero para lograr esta meta. Pienso que sería poco sabio no financiar a la NASA para que continúe monitoreando objetos extraterrestres que potencialmente podrían destruir toda la vida en la Tierra.

Citando a la percepción que Hollywood nos ha dado estos últimos años, en películas como Armageddon uno se lleva la impresión que existen un montón de estaciones de monitoreo y astrónomos profesionales abocados a la tarea de escanear el espacio en busca de estas amenazas. Bueno, la realidad es otra, la mayoría de los investigadores son de hecho amateurs que hacen el trabajo a pulmón utilizando sus telescopios en noches frías y tomando fotos del cielo para compararlas con otras de días anteriores.
El 19 de julio de este año, una marca de impacto en Júpiter fue divisada por un astrónomo amateur en Australia, el cual “llamó la atención de los científicos de la NASA hacia la región polar de Júpiter”. La NASA luego publicó tanto imágenes como explicaciones al respecto en su sitio web, y declaró: “Siguiendo la pista dada por el astrónomo amateur, Anthony Wesley de Australia, sobre la aparición repentina de una nueva ‘cicatriz oscura’ en Júpiter, esta mañana entre las 3 y 9 a.m. PDT los científicos del Jet Propulsion Laboratory en Pasadena, Calif., utilizando el telescopio infrarrojo de la NASA en la cima del Mauna Kea, Hawaii, obtuvieron evidencia sobre el impacto reportado”.



Lo anterior indica que incidentes como este pueden agarrarnos con la guardia baja en una situación en donde los responsables de monitorear esta actividad no pudieron predecir el evento. Si comparamos esto con el incidente del cometa Shoemaker-Levy, por ejemplo, hubo una advertencia y fue rastreado tanto por astrónomos profesionales como amateurs. Pero este caso pilló a la comunidad astronómica totalmente desprevenida porque solo vimos el resultado final (el punto de impacto) y todavía no sabemos si fue un cometa o un meteoro. El objeto que impactó en Júpiter era probablemente de menos de una milla. De todas formas la explosión que provocó fue de un tamaño similar al de la Tierra —o al menos del tamaño del Océano Pacífico— y por lo tanto se puede apreciar cómo un pequeño objeto puede crear una destrucción enorme.
Ahora, teniendo en cuenta lo anterior, hablemos un poco del futuro. Quizás hayan oído sobre el asteroide Apophis, el cual es del tamaño de un estadio de fútbol. Se dice que este asteroide podría colisionar con nuestro planeta en algún momento durante el año 2029. El sitio de la NASA declara que “la actividad futura de Apophis incluye el día 13 de abril de 2029, aproximándose a unos 29,470 km de distancia, visualizándose a ojo desnudo como un moderado punto de luz moviéndose rápidamente a través del cielo del Atlántico. Dependiendo de su naturaleza mecánica, podría experimentar alteraciones en su forma o rotación, causadas por la fuerzas del campo gravitatorio de la Tierra… Utilizando el criterio desarrollado en esta investigación, nuevas mediciones a efectuarse posiblemente en 2013 (si no es en 2011) confirmarán que también en 2036, Apophis pasará silenciosamente a más de 49 millones de km de la Tierra en el domingo de Pascua de ese año (13 de abril)”.



 Si son seguidores de la segunda temporada de mi show Sci Fi en el Science Channel, emitida desde 1º de septiembre, seguramente vieron el episodio intitulado “Tierra 2.0″ en donde se muestra que el futuro de la especie humana puede estar comprometido debido al tipo de destrucción causada por estos asesinos estelares que bien podrían cruzarse tarde o temprano con nuestro mundo. Asimismo, se trata en detalle sobre el proceso de terraformación de Marte, presentando las visiones de Chris McKay, científico de la NASA, y Bob Zubrin de la Mars Society. Chris McKay sugiere la posibilidad de construir gigantescos espejos solares del tamaño de Texas para derretir las capas de hielo marcianas, y habla sobre cómo podríamos calentar a Marte disparando asteroides hacia la superficie del planeta iniciando así el proceso de terraformación. Primero, el calor generado por los impactos equivaldría a millones de bombas atómicas que calentarían la superficie. Segundo, los asteroides que contienen gases congelados ayudarían a que la atmósfera del planeta se vuelva más espesa y de esta forma crearía un efecto invernadero.

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